Para el cuidado de la producción agropecuaria nacional, es fundamental desarrollar un trabajo constante de los sistemas de vigilancia oficiales para cuidar el estatus sanitario de la Argentina y evitar la diseminación de enfermedades de los animales.
La vigilancia de enfermedades animales tiene por objeto demostrar la ausencia de una enfermedad, lo que proporciona ventajas comerciales al país, o bien determinar la distribución de las enfermedades existentes en el territorio nacional y detectar lo antes posible la presencia de enfermedades exóticas o emergentes.
Los productores y veterinarios saben de buena fuente que un problema sanitario que no se ha detectado a tiempo en su establecimiento puede significar pérdidas en la producción y problemas para otros productores. Es por esto que un sistema de vigilancia de alta sensibilidad permite detectar enfermedades de manera temprana y actuar para disminuir su impacto.
Para mejorarlo, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) se nutre de las comunicaciones sobre eventos sanitarios en todo el territorio argentino y para eso sus principales aliados son los productores y veterinarios privados, que notifican al Organismo frente a cualquier evento sanitario de importancia, como mortandades o presencia de signos clínicos por fuera de lo habitual.
Si una enfermedad no es detectada a tiempo, su diseminación puede generar problemas en la producción tales como la baja en los índices productivos, el aumento en los costos de tratamiento y, en el peor de los casos, la pérdida de estatus sanitarios con el consecuente cierre de mercados internacionales.
Las consecuencias también pueden observarse en la biodiversidad, ya que una enfermedad que no es notificada tempranamente y se expande puede afectar a los animales silvestres, generando desequilibrios ecológicos y hasta la extinción de especies que constituyen patrimonio natural de un país.