Ante las altas temperaturas y humedad, todos los bovinos en producción necesitan mantenerse con una temperatura corporal óptima y no gastar demasiada energía, ya que sus funciones se verán reducidas provocando estrés en el animal.
El desafío ante esta cuestión, es proporcionar un ambiente saludable para el animal. Teniendo en cuenta que no se requieren grandes inversiones para solucionar este problema, sino un buen manejo del rodeo, de las instalaciones, la capacitación del personal encargado de los animales y realizar buenas prácticas agropecuarias.
Sin embargo la clave es la observación, brindarle al animal lo que necesita, mucha agua de buena calidad, ventilación y sombra. Cabe destacar que el bovino, más haya del calor que el genere y de las condiciones ambientales, su temperatura corporal debe mantenerse dentro de un intervalo muy acotado.
En los bovinos de leche, el rango normal de temperatura corporal se ubica en 38,6 ± 1,2ºC, siendo estos parámetros esenciales para que el conjunto de funciones corporales y reacciones metabólicas se desarrollen en forma óptima.
Para que el animal mantenga su temperatura corporal, el animal debe disipar el calor. Los mecanismos utilizados para este fin son la evaporación; es decir la transpiración y respiración; la radiación, la convección y la conducción.
Ante la temperatura ambiente, la vaca trata en un principio incrementar la eliminación de calor por vasodilatación subcutánea y evaporación de agua a nivel respiratorio. Además, continuará minimizando sus desplazamientos y por último disminuyendo la ingestión de alimentos.
En este contexto, a partir de una cierta temperatura ambiente, el animal no podrá mantener su homeostasis y se considera que la vaca ingresó en un estado denominado, estrés calórico.
Ante esta situación, los efectos del estrés calórico repercuten tanto en el consumo y la nutrición, como también la fertilidad y la producción.
Si hablamos del impacto en cuanto a la fertilidad, se observa en estas condiciones, una disminución de la tasa de concepción, un aumento del peligro de muerte de embriones, como la disminución del peso al nacer y viabilidad de los terneros.
En cuanto al impacto en la producción de leche, se verá reflejado en una disminución de la producción de entre un 10% y el 25% en condiciones de alto estrés térmico y del 40% en circunstancias externas, como también en una disminución de la concentración de proteína y materia grasa de la leche.