Según refleja el trabajo elaborado por GEA, el 2018 fue un año por demás de complejo, a causa de las extremidades climáticas. En primer lugar, se produjo la sequía más importante de los últimos 50 años, por consiguiente, justo en la cosecha, el «efecto germinador» —un temporal de lluvias y temperaturas tropicales— que castigaron aún más rindes y calidad en soja. No obstante, alentó la siembra de trigo; que terminó siendo la más importante de los últimos 16 años en la región. De todas formas, el peor final fue para la cosecha sojera, ya que el clima se cobró 6,1 millones de toneladas de las 21 que se esperaban.
Por su parte, el maíz de primera resistió mejor; alcanzó rindes promedios en torno a los 90 quintales, pero no así el tardío y el de segunda. Las pérdidas fueron mucho más acotadas, la diferencia que hizo el clima sólo ajustó 1,5 millones de toneladas, respecto a lo que se esperaba.
En junio, la siembra de trigo empezó con excelentes condiciones. Se lo había fertilizado como nunca antes, y había grandes esperanzas de alcanzar 6,4 millones de toneladas. Sin embargo, en pleno invierno cesaron las lluvias hasta casi finales de octubre. Las heladas, luego el granizo y como broche, otra vez, lluvias en la cosecha, se cobraron 2 millones de toneladas, respecto a lo esperado.
En noviembre y diciembre llovió la tercera parte de las lluvias del año
Las lluvias que se esperaban para mediados de septiembre recién aparecieron en noviembre, pero con milimetrajes descomunales. El centro sur de Santa Fe recibió más de 300 mm en ese mes. Los registros fueron records en la región. En la última semana de diciembre, el este de Córdoba y el centro-sur de Santa Fe terminaron con precipitaciones que superaron los 100 mm: Irigoyen acumuló 114 mm, Idiazábal 108,6 mm y Monte Buey 103,4 mm (hasta las 8 a.m. del 2/1/19).
Año record de resiembras: el 9,6% de la soja de la región tuvo que volver a implantarse
Entre soja de primera y de segunda se perdieron 525 mil hectáreas. Siguen los caminos intransitables, las napas están a pocos centímetros en las áreas más afectadas. Los anegamientos de los bajos aún no permiten entrar a muchos de los lotes del centro sur de Santa Fe y noreste bonaerense y terminar con las siembras.
También, hay una gran presión de orugas en soja, como bolillera y medidora. El lento crecimiento del cultivo por las bajas temperaturas de diciembre, favoreció el nacimiento de nuevas malezas, y siguen los controles. Las gramíneas, Amaranthus, sorgo de Alepo y rama negra tienen fácil la colonización de los cuadros entre tantas lluvias y sojas de bajo tamaño. Pero las precipitaciones siguen manteniendo sin estrés hídrico a la región. Y pese a todo, se espera que las lluvias continúen y terminen jugando a favor y recompongan la condición de la oleaginosa.