Sumado a las mejoras en el tipo de cambio, se observó un buen resultado en términos de cosecha, como también un crecimiento importante en el envío de jugo concentrado de uva.
Sin embargo, en lo que aún no se ve reacción es en la exportación de vino fraccionado, que cayó alrededor de un 2% en comparación con el 2017, ya que el mismo depende de factores como acuerdos internacionales, promoción y costo logístico.
En el mercado externo las perspectivas son buenas pero se teme que a esta mejora competitiva se la coma la inflación. Se han registrado aumentos de alrededor de un 30% en los insumos que constituyen una botella, ya que los mismos insumos están dolarizados.
En Argentina, el 75% del vino que se produce se vende en el mercado interno y el resto se exporta. Pese a esto, una de las amenazas para el sector, ante la crisis económica, es la sustitución del vino con la cerveza, que compite con los segmentos básicos.