Las conversaciones para cerrar contratos que habiliten el ingreso de la harina de soja argentina a China están progresando a un ritmo lento. Según expresó el presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO) Luis Zubizarreta en una entrevista con Reuters, esto se debe a problemas burocráticos, como las inspecciones de las plantas de molienda del país austral por parte de los chinos.
De hecho, el dirigente manifestó que Argentina quiere un acuerdo de exportación que asegure el acceso al mayor productor mundial de carne de cerdo.
Desde siempre, China ha protegido su industria procesadora mediante la importaciones de granos de soja que, posteriormente,son molidos localmente. Sin embargo, dada la guerra comercial entre China y Estados Unidos -su segundo proveedor de granos de soja- limitó el flujo de la oleaginosa a las plantas del gigante asiático, lo que obligó al Gigante asiático a buscar otros vendedores.
¿Qué resultados tendrá el G20?
Si bien el presidente argentino, Mauricio Macri, espera cerrar el acuerdo para enviar harina de soja a China durante la cumbre de líderes del G-20 (a realizarse a fin de mes en Buenos Aires), la fecha parece demasiado ambiciosa.
En este marco, Zubizarreta destacó: “El Gobierno de Argentina está empujando para concretarlo, pero depende de la decisión del Gobierno de China de hacer algo que nunca antes hizo: importar harina de soja de Argentina. Es un camino complicado cambiar una política que se ha desarrollado durante tanto tiempo”.
Si miramos hacia el pasado, Argentina ha sido durante mucho tiempo el principal exportador mundial de harina de soja. Cabe destacar que las plantas de procesamiento están ubicadas entre la Pampa y los puertos de aguas profundas del Paraná, zonas donde las condiciones climáticas convierten a la nación en el lugar más eficiente del mundo para procesar la soja.
De todas formas, las procesadoras que se encuentran en las orillas del río Paraná, su principal vía de embarque, están trabajando a solo la mitad de su capacidad, debido a los efectos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. En este contexto, los presidente de las potencias mundiales, Donald Trump, y Xi Jinping, se reunirán en la cumbre del G-20 en Buenos Aires para conversar sobre la disputa comercial.
Pekín ha aplicado un arancel de un 25 por ciento a las importaciones de soja en Estados Unidos. El excedente resultante de soja barata en Estados Unidos ha disminuido los costos de insumos para las plantas procesadoras locales, lo que las ha hecho más rentables frente a sus pares de Argentina.
La apertura de China a la harina argentina sería una excelente oportunidad para el país sudamericano. A pesar de ello, no se han generado avances en el registro de plantas ante las autoridades Chinas. Según Zubizarreta: “El Gobierno confía en que las negociaciones avanzarán, pero las cosas van lentamente”.
Por otro lado, aclaró: “Estamos presionando para avanzar en todos los pasos, incluida la inspección y el registro de las plantas de molienda de soja argentinas por parte de las autoridades chinas. La pelota está en su cancha”.